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viernes, 13 de noviembre de 2009

DESAPARICION DEL CAPITAN BELLO


El teniente Bello fue un precursor de la aviación chilena, que la mañana del nueve de marzo de 1914 inició un vuelo sin destino. El gobierno, por medio de todas sus fuerzas, y el pueblo se dieron a la búsqueda, pero todo fue inútil. Chile se estremeció de intensa emoción y angustia por las características de la desaparición. El Teniente Bello simplemente se desvaneció en el aire junto con su avión. Esta pérdida la tiene latente el pueblo chileno, el cual utiliza esa metáfora como símbolo de su enigmática desaparición.

Historia completa y detallada

Desaparecido hace 92 años, en medio de un examen para conseguir su carné de piloto militar, Alejandro Bello Silva pasó a la historia como el más despistado de los chilenos. La leyenda no hace honor a la verdad de los hechos. El teniente cursó estudios en Francia y no fue el primer aviador local en estrellarse ni perderse. Cuatro años antes que él otro chileno, el viñamarino Cecil Grace, se extravió frente a las costas francesas. Un colectivo de arte pretende reivindicar la figura del aviador al que se le perdió el rastro en algún lugar cercano a las costas del litoral central.
Cuántas veces su madre le dijo que no lo hiciera, que si estaba mal de la cabeza, que antes prefería estar muerta que verlo arriba de uno de esos pájaros de madera, fierro y tela. Pero el hombre era llevado a sus ideas, porfiado como él solo, y pese a la oposición de su madre -que por lo demás ya había muerto-, ahí iba de nuevo, elevándose desde el aeropuerto de Lo Espejo a bordo del Sánchez Besa Nº 13. Era la mañana del 9 de marzo de 1914 y el teniente Alejandro Bello Silva, de 26 años, emprendía el segundo vuelo del día de su examen para optar al título de piloto militar. Su anterior intento, iniciado unas horas antes, había terminado con un aterrizaje de emergencia que destrozó parte de su avión y casi le cuesta la vida.
El director de la Escuela Aeronáutica, capitán Manuel Avalos, había dispuesto el raid Lo Espejo-Culitrín-Cartagena-Lo Espejo, que debía ser cubierto en un máximo de 48 horas. Según consigna la Historia Aeronáutica Civil, de Enrique Flores, "de entre los raids cercanos al aeródromo, éste era el más sencillo y el menos expuesto, porque contaba en todo el recorrido con numerosos lugares favorables para el caso de un aterrizaje forzoso". Además, era el mismo circuito que un año antes habían cumplido, sin mayores inconvenientes, los primeros alumnos egresados de la Escuela Aeronáutica. Pero en ese tiempo, en los albores de la aviación, nada era seguro, y para peor, ese día todo salió mal.
Tres de los pilotos que rendían examen terminaron con sus aviones seriamente dañados y sin poder completar el circuito; del cuarto nunca más se supo. La nave y el cuerpo del teniente Bello desaparecieron ese día y hasta hoy no hay noticias de su paradero. El tiempo ha alimentado la leyenda del aviador y difundido un dicho popular -"más perdido que el teniente Bello"- que festina su accidente y desdeña su proeza. Echarse a volar en esos años, a 11 del primer vuelo de la historia y cuatro de la primera experiencia aeronáutica en Chile, era cosa seria. No existían instrumentos de navegación, pronósticos meteorológicos ni comunicación entre tierra y aire. Y de los aviones, ni hablar. Si se elevaban era una gracia; si aterrizaban sanos y salvos, casi un milagro. Un viento fuerte, una mala maniobra, un desperfecto en el motor hacían que la aventura terminara en tragedia, cosa muy común en la época.
Chile ya tenía su primer mártir del aire. Luis Alberto Acevedo, pionero en vuelos públicos en el país, se estrelló en Concepción en 1913. Y tres años antes el viñamarino Cecil Grace se precipitó frente a las costas francesas, en un intento por ganar los 100 mil francos de premio que se ofrecían al aviador que lograra cubrir la mayor distancia entre Inglaterra y el continente europeo. Del piloto y su avión nunca más se supo, y para la historia mundial quedó como el primer aviador desaparecido. Pero a nadie se le ocurre decirle a alguien que anda más perdido que Cecil Grace. La cosa es con Bello. Antihéroe y mito popular, denostado por su tragedia.

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