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jueves, 18 de septiembre de 2008

DESAPARICION DE OLIVER THOMAS


Esta es la historia de un niño que desapareció en pleno día, pero que de todos modos desapareció de manera inexplicable.
En las colinas cubiertas de nieve, unos kilómetros al sur de la pequeña aldea de Brecon, en el país de Gales, Owen Thomas, su familia y amigos del vecindario, se encontraban reunidos en la amplia cocina de su granja, durante la velada del 24 de diciembre de 1909. El ponche humeaba sobre la mesa grande; a su alrededor, los ojos de los niños que pudieron resistir al sueño, relucían cada vez, en la que la señora Thomas demostraba siempre ser una cocinera perfecta.
Alrededor del fuego estaban sentados el pastor del poblado vecino, el veterinario de esa localidad, el comisario de Brecon y sus familias; en total, unas quince personas.
Poco antes de las once de la noche, la señora Thomas pidió a su hijo Oliver, de once años de edad, que fuera hasta el pozo en busca de agua, y le entregó un balde de agua vacío. El niño se puso zapatones, pues fuera la nieve tenía unos diez centímetros de espesor. Hacía un momento que había dejado de caer, y comenzaban a brillar las estrellas. Su madre le envolvió el cuello con una bufanda, pues empezaba a helar. Oliver tomó el balde y salió. Nadie volvió jamás a verlo. Menos de diez segundos después de haber cerrado la puerta al salir, todos lo oyeron lanzar un alarido y luego gritar pidiendo socorro.
Un lobo! exclamo Owen Thomas, echando mano al fusil que colgaba sobre la chimenea, mientras el veterinario y el pastor llegaban a la puerta.
Otro granjero los siguió con una linterna. Fuera no vieron nada; pero quedaron helados de horror al oir los alaridos desesperados del pequeño Oliver en la noche, por encima de sus cabezas. El niño gritaba: -Me atraparon! Socorro! Socorro!
Los gritos y llamados continuaron durante casi un minuto, aunque disminuían de intensidad como si el niño subiera más y más...
Vengan todos conmigo! gritó el pastor, tomando la lámpara. -Sigamos las huellas del pequeño!
Las huellas, que eran normales, mostraban claramente que el niño se había dirigido hacia el pozo; pero cesaban bruscamente a unos veinte metros de la casa, como si Oliver hubiera sido arrancado de la tierra. A dos metros fue allado el balde, soltado por él.
Al alba llegaron los policías de Brecon. A pedido del pastor, se había trazado un amplio círculo alrededor de las huellas del niño desaparecido.
Desconfiados, los policías se encogieron de hombros y comenzaron por bajar al pozo. Inmediatamente registraron toda la casa y sus dependencias, y luego, los alrededores; pero fueron vanas sus búsquedas. Durante la investigación oficial, los testigos no pudieron sino repetir lo visto y oído por ellos.
Los casos sin explicación, nunca quedan realmente archivados por la policía inglesa, y el legajo de Oliver Thomas se encuentra todavía hoy, junto con una cantidad importante de legajos similares, en uno de los diecisiete armarios cuyas puertas metálicas están marcados con un pequeño signo de interrogación, en los nuevos edificios de Scotlan Yard.
Éstas son desapariciones relativamente simples, ya que existen otras aún más extrañas, si no misteriosas; desapariciones de grupos de personas y cosas.

1 comentario:

Carlos Soriano dijo...

Buenas amigos!!! Esta no es una historia real. Se trata de un relato de ficción escrito en el siglo XIX. Les dejo un vídeo donde se demuestra como ciertos investigadores han descubierto esto: https://www.youtube.com/watch?v=iheC50eoWnY