
La actual iglesia de San Lorenzo fue construida sobre los restos de una sinagoga judía. Encima de las ruinas de dos mezquitas musulmanas fueron también edificadas la actual iglesia de San Pedro el Viejo y la de San Nicolás, aunque quedan pocos restos de su origen. Sobre la iglesia de San Pedro, Jerónimo de Quintana, en su libro Grandezas de Madrid, nos cuenta que en el siglo XVI, tras el derrumbamiento de una de las paredes de la sacristía, apareció el cuerpo de un caballero, con su peto y su espaldar, que se conservaba intacto, salvo la cabeza, que no estaba embalsamada y por ello se hallaba corrompida. Nunca se supo quien fue este misterioso caballero pero Jesús Callejo cree que fue un personaje importante, ya que en lugar de ser enterrado en el suelo se le enterró de pie., en una de las paredes y con sus armas (enterramiento que era habitual de nobles). El cadáver fue enterrado, tras unos días de exposición, en el mismo lugar, y nada se sabe de él en la actualidad.
Se cuenta que antiguamente, dentro de la parroquia de San Pedro el Viejo se celebraban exorcismos por parte del italiano Genaro Andreini, al que el mismísimo Francisco de Quevedo dedicó un romance. Hoy se encuentra en la citada iglesia una de las imágenes más veneradas de Cristo y milagrosas de todo Madrid: el llamado Jesús el Pobre, en contraposición a Jesús el Rico, el Cristo de Medinaceli. Hasta el siglo XVI cuenta Callejo que en la misma iglesia se encontraba una campana tan grande que nadie se explicaba cómo podía haber sido izada hasta el campanario. Cuenta la leyenda que los obreros que debían izarla, al no encontrar la manera de hacerlo, dejaron la campana reposando contra uno de los muros de la iglesia. A la mañana siguiente todos los de la zona se despertaron debido a los sonidos de la gigantesca campana, que había sido colocada en el campanario sin que nadie supiera cómo. Una madrugada de 1565 acabó quebrándose debido a su enorme peso.
Sin duda alguna, el más famoso de los santos de la capital española es su patrón, San Isidro, que, sin embargo, es un gran desconocido para la mayoría. La veneración a su imagen estuvo prohibida por la Iglesia Católica entre los años 1570 y 1619 bajo pena de excomunión y cárcel. De hecho, la Iglesia intentó dejar en el olvido los prodigios y milagros de San Isidro y tardó casi quinientos años en admitirlo en su santoral, al igual que su esposa (Santa María de la Cabeza). Además, su hijo Illán, aun habiendo recogido tantos méritos como sus progenitores, nunca ha obtenido la categoría de santo (aunque haya una calle cerca de la ermita de San Isidro que lleve el nombre de San Illán y se le venere en un templo de Villalba de Bolobrás (Toledo).
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